Algo característico de los grandes artistas es que durante su niñez o adolescencia han tenido que atravesar por momentos difíciles, determinando de alguna manera su carácter y voluntad, lo cual se evidencia en su trabajo y en la maestría con que asumen su
profesión. En este caso voy a referirme a Audrey Kathleen Ruston más conocida como Audrey Hepburn, una de las más legendarias actrices de
Hollywood de todos los tiempos. Su sencillez y profesionalismo siempre la
caracterizaron y la definieron no solo como una actriz talentosa sino como una
persona que entregó parte de su vida a causas humanitarias.
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Audrey Hepburn |
Después de llevar una vida
llena de comodidades que le permitieron formarse en instituciones privadas así
como iniciarse en una prestigiosa academia de ballet, Audrey Hepburn nunca imaginó que los efectos de la Segunda
Guerra Mundial llegarían a cambiar su vida de manera tan radical. Tras el
divorcio de sus padres, su padre que era un simpatizante nazi, los abandono a
ella, a su madre y a sus hermanos, y terminaron trasladándose a Holanda
creyendo que allí podían resguardase de la guerra. Sin embargo, no fue así y
tuvo que vivir en condiciones extremas en las que su salud se vio afectada profundamente,
hasta el punto de acarrearle una extremada delgadez que fue determinante para
no seguir su carrera en el ballet. Pero eso no fue un impedimento para esta
talentosa mujer y fue en ese momento cuando decidió dedicarse a la actuación.
En 1944 Audrey Hepburn se había convertido en una gran bailarina y, durante esta época, bailaba secretamente con el fin de recaudar fondos para la resistencia holandesa
Los primeros años de la
actriz se desarrollaron entre producciones musicales y papeles secundarios, hasta que lograría obtener el mayor reconocimiento
en la película de William Wilder, Vacaciones
en Roma protagonizando junto a Gregory Peck, con la que ganó el premio
Oscar de la academia a mejor actriz. Luego vendrían películas como Dos en la carretera, Cómo robar un millón, Una cara con ángel, My Fair Lady y Breakfast at Tiffany's donde
interpretó a la inolvidable y glamorosa Holly Golightly. Y es que además de su
talento como actriz, Audrey Hepburn
logró ser admirada dentro del mundo de la moda por su porte y elegancia, hasta
el punto de convertirse en la musa inspiradora de Givenchy quien, entre otras
cosas, diseñó todo el vestuario de la película Sabrina, dirigida por el reconocido
director Billy Wilder. Después de todo, aquella extrema delgadez que había sido
un impedimento para destacarse en el mundo del ballet, era lo que definía su
delicado aspecto, convirtiéndola así en un referente indiscutible de la moda.
Cuando Gregory Peck descubrió que en el cartel de la película su nombre resaltaba más que el de Audrey Hepburn, inmediatamente llamó a su agente para que lo cambiara y los dos nombres tuvieran la misma importancia
Pero no basta con
catalogar a Audrey Hepburn únicamente como una actriz de inigualable
belleza y elegancia. Muchas personas están lejos de imaginar la forma en que
los efectos de la guerra y todas sus experiencias durante su infancia influyeron
de manera considerable en su visión del mundo,
hasta el punto de dedicar voluntariamente parte de su tiempo en causas
humanitarias, sobre todo en los últimos años de su vida cuando trabajó con la
UNICEF como embajadora de buena voluntad.
En sus últimos tres
meses de vida después de haber sido desahuciada debido a un cáncer de colon, viajó a Somalia lo cual evidenció su
incansable labor humanitaria hasta el fin de sus días. Audrey Hepburn siempre
será recordada por su sencillez, calidez y gran talento artístico.
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